Los cristales de hielo adoptan gran variedad de formas. Los tipos más característicos son las agujas, las placas o láminas hexagonales, los prismas hexagonales huecos, y los llamados cristales dendrítilos, que se presentan en forma de ramas o de estrella y que cristalizan siguiendo la forma hexagonal.
El tipo o clase de cristal no depende de la naturaleza del núcleo ni de su tamaño. Se ha comprobado que los factores que influyen en él son la humedad y, en especial, la temperatura del aire en el que se forman. Las agujas aparecen en general en nubes bajas, con temperaturas de unos 5° C. bajo cero. Las placas acostumbran a formarse en nubes situadas a altitudes bajas y medias, y, principalmente, cuando la temperatura se halla entre los 10° y 20° C. bajo cero. Los cristales dendríticos se desarrollan en nubes bajas, cuando la atmósfera está muy húmeda y la temperatura es de unos 15° C. bajo cero.
En cuanto a los prismas hexagonales, aparecen en nubes altas y con temperaturas mucho más bajas. Al llegar el momento en que los cristales de hielo tienen el tamaño y, por consiguiente, el peso que les impide seguir sosteniéndose en el aire, se inicia su caída hacia el suelo. Durante su trayectoria pueden atravesar capas de aire con diversas temperaturas y condiciones de humedad, lo que origina diversos tipos de crecimiento en los cristales.
Unas veces se producen agujas que presentan placas chatas en sus extremos, y otras adoptan formas más complejas. Si en el camino de caída chocan con gotas de agua, éstas se solidifican encima de ellos. Tambíen pueden producirse colisiones entre cristales, lo que determina la unión de los mismos. Al atravesar capas de aire caliente, cerca de la superficie terrestre, los cristales pueden fundirse y caer como gotas de lluvia. Si eventualmente no funden lo harán en forma de nieve o de granizo.